Cuando nada te
haga sonreir,
ni recorran las lágrimas tu cara.
Cuando nada parezca cosa rara
y falte una emoción que compartir.
Cuando ceda tu
afán de competir,
perdiendo la ilusión. Cuando tu vara
de medir el amor pudra la escara
y cese tu deseo de vivir.
No atribules tu
mente pretendiendo
volver a preocuparte por las cosas
que en un tiempo te hicieron ser feliz.
No te afecte ya
el rayo ni su estruendo.
Ni el aroma de sándalos o rosas.
Ya pronto va a cerrarse el gran tapiz.
©
Antonio Pardal Rivas
27-04-08
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