ESPERPENTO

 

 

 

 

 

 

 

 

En un desierto ausente recluído
rememoro la dicha que embargaba
a un corazón dichoso que entregaba
su tierno amor a aquellos que se han ido.

Fui repartiendo afecto desmedido
a diestro y a siniestro, y me abrasaba
una llama de amor que marchitaba
la ternura ilusoria que he perdido.

Hoy, al pasar los años, triste veo
que las vanas palabras van al viento
en un maldito y cruel revoloteo.

Y siento irreparable abatimiento
cuando hermosos escritos viejos leo
que muestran de la vida el esperpento.

 

© Antonio Pardal Rivas

9-07-07

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VOLVER