DESENGAÑO

 

 

 

 

 

 

 



El poeta se muere lentamente.
Su tristeza lo mata poco a poco,
y la pena lo va volviendo loco
inmerso en este mundo indiferente.

Ante esta displicencia de la gente
su vida se le apaga como un foco
que quédase sin luz, aunque le invoco
la dicha del pasado, inutilmente.

Rechaza la llamada que le hago,
negándose a escribir más poesía
y se hunde con su mal triste y aciago.

¿Quién pudiese entonar la melodía
que cure al buen poeta del mal trago
devolviendo a sus ojos la alegría?

© Antonio Pardal Rivas

16-06-07

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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