ABROJOS

 

 

 

 

 

Colmada está la mies por los abrojos
que inundan mis campiñas de trigales,
pletóricas de sombras fantasmales
que ven mi plantación con malos ojos.

Hay tanta vaciedad en los rastrojos
que llegan de los secos eriales,
que humilde me refugio en los zarzales
cantando a la belleza con los tojos.

Y lento voy guardando las cosechas
de trigos candeales que, sencillas,
germinan temerosas y maltrechas,

forjando con mis manos las gavillas
que nacen de mi amor, tristes endechas,
plasmadas en la faz de las cuartillas.

 

© Antonio Pardal Rivas

22-03-07

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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