ÉCIJA

 

 

 

 

 

Torres altas que se pierden
en los umbrales del cielo,
son los primeros recuerdos
que de mi infancia yo tengo.

Campiñas verdes del trigo,
mezcladas con el aroma
de retama, orujo y flores
de tus colinas de olivos.

¡Ciudad plagada de torres,
como no hay otra en España!
¡Écija, Ciudad del Sol!
¡La hermosa Astigi romana!

Recuerdo de juventud
que no se va de mi mente
y que aunque pasan los años
me invade al volver a verte.

Recuerdo de tus rincones.
De tus balcones floridos.
De los patios de tus casas
y de tu Salón, querido,

donde en un tiempo lejano
miles de obreros del campo
aguardaban en silencio
ser llamados por el amo...

¡Ay, señorito ecijano,
rebosante de dinero,
que apilabas en tus arcas
a costa del jornalero!

Quiero olvidar y no puedo
los rasgos de la tristeza
que marcaban las facciones
del parado en su pobreza.

Mas ya pasaron los tiempos
de aquella triste tortura,
y ahora los hijos del pobre
te superan en cultura...

Recuerdo de aquella infancia
que jamás se me olvidó...
Mas ahora sé que esta guerra
el jornalero ganó...

 

© Antonio Pardal Rivas

Junio -
2006

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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