¡SUEÑOS!

 

 

 

 

 

¡Sueños, sueños... sueños de felicidad!
¡Ilusiones de una vida que jamás terminará!
¡Alegrías, risas locas, besos, abrazos, caricias!
¡Así vemos la existencia en el corto festival
que envuelve a la juventud, en una dicha ficticia!

Mas en un tris, tras, un salto, un segundo nada más,
finalizan esos sueños y empieza el alma a penar.
¡Como se va la belleza, sin darnos cuanta siquiera,
de la arribada imparable que, sin llegar a avisar,
roba al cuerpo su alegría y su engañosa quimera.!

Y es entonces cuando el alma descubre la realidad
de una vida que fue un sueño, una ilusión nada más.
El llanto cubre la cara, surcada por mil arrugas,
y el corazón se desboca al no querer aceptar
que todo fue un espejismo que acabó en cruel amargura.

¡Sueños, sueños... sueños locos,
que en un tiempo muy lejano creímos que eran eternos!
¡Varios giros de la tierra alrededor del dios Sol
y esos sueños juveniles se convierten en infiernos!
¡En infiernos de tristeza, de abandono y de dolor!

¡Sueños que fluyen del alma mientras que triunfa el amor!
¡Malditos sueños que mueren antes de nacer siquiera,
y que, ladinos, ocultan de la vida su terror!
¡Malditos sueños que cantan al amor en primavera,
olvidados del invierno... cuando no calienta el sol...!


© Antonio Pardal Rivas

Mayo-2006


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VOLVER