Sueña, alma mía, en la árida orilla 
            de un mar proceloso que cual fiera brama, 
            sueña, olvidando el trueno y la llama 
            que hiere y mancilla. 
Sueña incansable, buscando con ansia 
la paz, el amor, la dicha y la calma, 
rodeada de muerte, traiciones e infamia... 
Sueña en tu ignorancia... 
Sueña con afectos llenos de crueldad, 
de este triste mundo que habitas perdida, 
creyendo que esto que vive es la vida, 
cuando es la maldad... 
¿No ves, triste alma, que son tus sentidos 
los que no te dejan vislumbrar lo horrendo? 
¿Es que acaso oyes del cielo, su estruendo? 
Del sol que te alumbra, ¿Oyes el bramido? 
¿Oyes el rugido de extrañas galaxias? 
¿Oyes crepitar el fuego que hay fuera?, 
¡No busques acá dulces primaveras! 
¿No ves que te engañas? 
Sueña con edenes felices y eternos 
dentro del regazo de un Ser bondadoso, 
que nos recompensa, asaz generoso, 
con amor paterno. 
Sueña...solo sueña y aliena tu vida, 
para que te alivie de este gran horror, 
al ir descubriendo llena de pavor, 
que todo es mentira...