EL SANTÓN

 

 

 

 

 

 

Había un señor muy pedante,
¡Más pedante todavía!
que en el limbo de los dioses
gran poeta se creía.

Él entendía tal arte
como la gran facultad
de escribir largo y tendido,
con palabras rimbombantes
que solo las descifraban
su élite de "entendidos".

Y desde la majestad
que su Olimpo le otorgaba,
al que apreciaba, aplaudía,
y a los demás les decía
que daban grandes patadas.

Viendo su comportamiento
pontificando día a día,
un humilde aficionado
de los que patadas daba,
le retó a hacer un soneto
que probase su valía.

Mas muy digno replicó,
con muchísima arrogancia,
que eso era cosa anticuada,
y quedose tan tranquilo
escribiendo extravagancias.

Y así, el humilde poeta,
cabizbajo se marchó,
después de ser comparado
¡Hasta con Corín Tellado!.

Y allá, en su modesto foro
prosiguió escribiendo versos,
con enorme frustación,
pues todavía no ha encontrado
una triste poesía
de ese endiosado santón...


© Antonio Pardal Rivas

Noviembre, 2005

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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