LA SIRENA

 





En el aura matutina una mañana
cuando el mar enbravecido se agitaba
contemplé que un sutil cuerpo se bañaba
y sin pudor me miraba cara a cara.

Su densudo era nácar de caracola
que, empapado, refulgía esplendoroso
con la luz del alba sobre su torso
jugando al vaivén como las olas.

No sé si soñaba o deliraba,
pero aquella visión me sorprendía
y esperaba que llegara el nuevo día
para ver si por fin se me acercaba.

Mas, la ilusión muchas veces te confunde
y cuando el sol iluminó aquella playa
vi que el cuerpo de sirena ya no estaba
¡Fué mi vivisón, que en el mar se funde!





Emilio García del Nido.
14-abril-2.008.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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