Hiere la luz mis ojos, y mis sentidos
en extraña controversia convertidos
con el fulgor de la luz, que me molesta,
vagan ociosos.
Hiere la noche mis entrañas, y mi cuerpo
se extasía enmudecido intentando,
en la sombra nocturna que atormenta,
pacer quieto.
Hiere el alba mi ser, y agradecido
a toque de esperanza sometido, navega
por mares indulgentes que ilusionan mi vida
y me despiertan.
Tres momentos; tres sensaciones
que en los días -caminnate de senderos-
me aprisionan el alma y me transportan
por veredas prominentes de ilusión.
Emilio García del Nido.
19-julio-2.007
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