LOS DIOSES DE LA GUERRA

 





Que se torne roja la savia
de la verde higuera.
Que el altivo tronco de la palmera
repte como las vides.
Que el albo resplandor
de la nieve de la cordillera
se vuelva fuego de volcán en llamas.

Tiemble la tierra.....¡Dios!
y hasta los corpúsculos siderales
entorpezcan las órbitas de los planetas,
y los espacios intermoleculares
se estrechen hasta fundir los cuerpos.

¡Silencio!, callado quede
el fragor de los estruendos.
Qe el día se haga noche y el alba
rojo atardecer de sol de fuego.
Que la nada quede en todo, y el todo
en nada tangible y verdadero.
Que la esfera cuadre su circunferencia
y los perfectos cuerpos se hagan irregulares,
y la voz de la palabra, silente pase.
¡Que el hombre está pensando!.

Que el apocalíptico jinetre de la guerra
se ha apoderado de su alma infame,
y los cuerpos inertes
por los suelos esparcidos
sean jueces de su conciencia miserable.

Que nada vuelva su ser natural,
ni torne el río a su cauce,
ni vuelva a brillar la estrella azul,
hasta que la sensatez
se haga en su conciencia.

Que todo esto acabe.....¡Dios!
Que todo acabe.





Emilio García del Nido.
29-agosto-2.007.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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