En estela de luz quiso volver
reflejada en las olas de aquel mar
volviendo a ser principio, sin parar
en la rueda perenne de un ayer.
Sin figura mortal, tan sólo ser,
sin ocupar espacio ni lugar,
sientiéndose oración aun sin rezar
y a pesar de la niebla, amanecer.
Le sentí aquella noche enfebrecida
de dudas y temores, sin aliento,
sumida en el dolor, por él vencida.
Una estela de luz sin movimiento
iluminó mi alma tan herida
y un olor de violetas trajo el viento...
Sofía Martinez-Avellaneda
26 de noviembre de 2007.