A UNA ARPÍA

 

 

 

 

 

No eres mujer ni hombre, sólo arpía,
un anómalo ser de maldad cierta,
rencorosa, rapaz, de sangre abierta
con garras que subyugan a porfía.

Me crucé en tu camino, por tu vía
y tal fue tu rencor y tal tu alerta
que rechazaste todo, ni una oferta
pude obtener de ti al claro día.

Mas me siento orgullosa en tu desprecio
al venir de tu ser, tan miserable.
apartada de un trono que desdora.

El tan sólo aplaudirte ya es de necio,
¡pobre mujer!, persona indeseable
o quizá ave rapaz de voz sonora...

Mas teme a la justicia, ella vendrá
y la cuenta debida ajustará.





Sofía Martinez-Avellaneda
10 de agosto de 2007

 

 

 

 

 

 

 

 

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