ENSUEÑO

 

 

 

 

 

Todo fue un paraiso inusitado,
un deseo del alma en el saber
salir de la prisión, ser sólo ser
sin cuerpo terrenal tan bien atado.

Sí, conseguí explorar lo bien amado
conociendo la dicha sin temer
a ese amor que sin ojos pude ver;
éxtasis de un placer nunca logrado.

Y sentí que mi marcha era inminente,
desfalleciendo entera por la luz
que brillaba sin par, resplandeciente.

Conducida mi sed por arcaduz
llegué hasta el ancho mar de la ternura
para al fin despertar con mi amargura...


Sofía Martinez-Avellaneda
19 de julio de 2007

 

 

 

 

 

 

 

 

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