Guardé todas mis penas en cajón
forrado en terciopelo, ya sus llaves
tiré a la inmensidad con ritmos suaves
para olvidar por siempre mi aflicción.
Y me ceñí con fuerza a mi rincón,
escuchando los trinos de las aves
sin querer recordar que ya mis naves
yacían en el mar sin remisión.
Sólo tengo presente y al presente
saludo en la mañana de éste día,
mi cuerpo ya sin brillo, no mi mente.
¿Que importa lo que fuiste o tu valía?
a veces me pregunto de repente
y una voz me contesta a la porfía:
Soy Aquel que veía;
en el libro se guardan las acciones
y música obtendrán si son canciones...
Sofía Martinez-Avellaneda
6 de junio de 2007