La noche de Walpurgis, luna llena
iluminando el bosque con reflejos,
los puñales brillando como espejos
y escuchando la risa de la hiena.
Brujas danzantes, sin temer condena,
implorando al maligno sus consejos,
y oyendo el llanto, aún así de lejos,
de la víctima a solas con su pena.
De su sangre bebieron las malvadas,
entre bailes y ritmos trepidantes,
sabiéndose del cielo rechazadas.
Animales, huyendo de sus cantes,
se escondían en flores marchitadas,
y la maldad reinó en esos instantes...
Sofía Martinez-Avellaneda
31 de mayo de 2007