Sabor de ese licor que te envenena
que sabes que te mata, mas no puedes
eludir de tu vida y siempre cedes
porque corre glorioso por tu vena.
Desespero sin fin es la condena
de querer olvidar y aunque lo vedes
con su risa infernal vuelven sus redes
envolviéndote en fuego de gehena.
¡Maldito sea el amor!, ¡maldito seas!,
él te lleva a la muerte, a la locura,
a estar ciego total aunque lo veas.
Al suspiro doliente, a la tortura
de saberlo mentira y que no creas
que pueda ser verdad tanta amargura..
Sofía Martinez-Avellaneda
6 de febrero de 2007