SIEMPRE

 

 

 

 

 

Siempre quise tener aquel jardín
que en casa de mi abuelo poseía
y mirar con pasión la estantería
de aquella biblioteca sin confín.

¿Recuerdas ¡dulce amor! aquellos días
enmarcados de luz entre las rosas,
brotando en el entorno clamorosas
y escuchando en tu voz que me querías?

El tiempo cruel pasó, no tu recuerdo,
hoy tengo mi jardín, mi biblioteca
cuanto pueda pedir esta alma seca
sumida en el recuerdo del ser cuerdo.


Pero al llegar la noche, lo imposible,
a través de la luz que el cielo dona
cambia todo escenario en hora nona
consiguiendo el asir de lo inasible.

Por eso amo la noche ¡vida mía!
porque escucho tu voz de eternidad
sintiendo que aún existes y es verdad
porque no eres ficción ni fantasía...


Sofía Martinez-Avellaneda
23 de abril de 2007

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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