Me voy leve, en silencio, como el atardecer, 
          poco a poco, sin prisas en busca de tu ausencia 
arrastrando mi pena transformada en querencia 
de ese amor sin retorno, anhelo del ayer. 
Los recuerdos persisten, no se olvida el querer 
ni se olvida ese ansia convertida en demencia 
sin poder eludirla, presa de la conciencia, 
no aceptando la causa, sabiendo sin saber. 
Me perderé del todo sin rastros y sin huellas, 
fundida en la mañana desapareceré 
pasando a formar parte del cielo y las estrellas. 
Quizás en tus recuerdos por siempre viviré 
y si estás solo y triste me verás en aquellas 
cumpliéndose los sueños, el sueño que soñé... 
        
        Sofía Martinez-Avellaneda 
          9 de abril de 2007