El alba apareció, tu feneciste
envuelto en la sonrisa de un adios
y no tembló la tierra...
Todo siguió su curso, salió el sol
y en la noche brillaron las estrellas
aunque tú ya no estabas.
Sólo en mi corazón quedó ese hueco
añorando tu ausencia.
Ya ves lo que importaba lo que fuiste
o quien eras.
Ya se borró tu nombre
ya se borró tu huella
tan sólo quedó el polvo
de lo que fuiste y eras.
Pero...¡como te amaba¡...
Sofía Martinez-Avellaneda
18 de febrero de 2008.