EL CANTO DEL VENDEDOR

 

De pie y haciendo la esquina,
cual meretriz insolente,
aguardo con impaciencia
la llegada de un cliente.

Mucho ruido de los coches,
gran tumulto en el ambiente...
Me temo me vuelva loco
ver pasar a tanta gente.

El viento sopla muy frío,
hace un gélido relente;
preciso será tomarse
un cafelito caliente.

Una vez la tripa llena,
¡a la lucha nuevamente!
Que no pueda decir nadie
de mí que no fui valiente.

Y así un día y otro día,
hasta que el cuerpo reviente.
Si tal cosa ocurre tarde
yo no tengo inconveniente.


Francisco Escobar Bravo
9 de abril de 2008

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