TENER UNA MANO AMIGA

 


Tener una mano amiga,
cuando se precisa ayuda,
no es cosa que poco valga:
¡Es una enorme fortuna!

Porque un amigo tener
en las horas que estás solo,
cuando no se tiene a nadie,
¡ése es el mayor tesoro!

No quisiera yo pagarte
el favor que me has prestado
con un cariño fingido,
como quien hace un regalo.

Porque sé que me brindaste
tu mano sin pedir nada,
sin esperar te pagase
con amorosas palabras.

Pero ocurre que una deuda
por costumbre siempre pago
con mi cariño sincero,
sin fatuidades ni halagos.

Y aunque tú nada me exijas
he de saber darte a cambio,
pues que sé que es lo que ansías,
besos de amor en tus labios.

Después ya, lo que se tercie.
Lo que tú misma prefieras:
Acaso sólo unos días
o quizás los que me restan.




Francisco Escobar Bravo
23 de marzo de 2008

VOLVER