LAMENTOS DE UN CASANOVA
    Aún me viene a la memoria 
    el recuerdo del pasado; 
    pude estar equivocado 
    o es que soñé en la victoria, 
embriagado por la euforia. 
Como fuere, se ha perdido 
en el desván del olvido; 
hoy comienzo otra aventura, 
una nueva singladura 
y suerte a mi Dios le pido. 
Mas pienso que ya soy viejo 
para andar pegando saltos. 
¡Basta ya de sobresaltos! 
Si en mis empeños no cejo 
puedo perder el pellejo. 
Que ya con ciertas edades 
fatigan las veleidades 
y se marcha cuesta abajo. 
Ya cuelga mucho el badajo, 
hay que decir las verdades. 
Ya está bien de presunciones 
y de faroles de mozo; 
mi dicha quedó en un pozo, 
porque ya los compañones 
no sirven como cañones. 
Se encasquilló la escopeta, 
haciéndome la puñeta 
y pegando gatillazo. 
No puedo darme un gustazo, 
por más que la note inquieta. 
¡Triste fin de un Casanova! 
Final de un Don Juan Tenorio, 
que vio como aquel emporio, 
como el tiempo todo roba, 
terminó de forma boba. 
Pero es la vida, señores. 
Agradezco a los lectores 
que hayan leído el poema; 
mas se me agotó ya el tema, 
al igual que mis amores.
  
          
                                                      
  
Francisco Escobar Bravo
23 de enero de 2008