DORMIDO SE HALLA EL ESTRO...


Dormido se halla el estro y no despierta.
Quizá es que ya se hartó mi Poesía
de tanto consumir dulce ambrosía
y yace en mi cerebro igual que muerta.

Preciso es de esa estancia abrir la puerta,
que deje su prisión siniestra y fría,
volviendo a retozar con alegría;
tornando el seco erial en feraz huerta.

Mas, vago, se resiste el magín mío…
Parece echar de menos a su Musa.
Sin ella mi cerebro está vacío;

mi mente piensa en vano, está confusa.
Parece el porvenir triste y vacío,
la estrofa brota pobre y muy difusa.

¡Sin duda fue una ilusa..!
Soñó que brillaría eternamente
la luz que se ha agotado de repente.


Francisco Escobar Bravo
9 de agosto de 2007

VOLVER