NADIE ME ENGAÑA


Repleta tengo el alma de amargura
por alguien que pensé mi amigo fuera;
mas grave fue mi error, pues traicionera
ha sido en realidad esa postura.

No entiendo se disculpe a quien fractura
un lazo de amistad franca y sincera,
tomando una actitud baja y rastrera,
excepto que se tome por locura.

Habré, pues, de pensar se ha vuelto loco,
no quiero imaginar otras razones;
mas debo confesar que ni tampoco

explica ese motivo sus traiciones.
Los años han logrado, poco a poco,
que pierda en los demás mis ilusiones.

¡Dios sabe qué ambiciones
impulsan a conducta tan extraña!
Mas, siendo ya mayor, nadie me engaña.


Francisco Escobar Bravo
3 de agosto de 2007

VOLVER