ENTRE LAS RUINAS DE UN ALABASTRO

 


Cuando se adormece el alma
y el reloj se cansa de dar las horas,
el verso fluye en el agua
como fluye la noche en las calles
de un calendario antiguo
que ya se cansó de esperarlo.

Entre las ruinas de un alabastro
te meces colgado de las extremidades,
vampiro de fugaces estrellas
donde llora el cuello segado de la rosa
por esos dientes afilados de azabache,
que luces con gran maestría entre tus labios.

Risa, llanto, muerte,
eso siembras a tu paso, no la muerte del cuerpo
pues es liberación terrenal y caricia de lo vivido.
¡ Pero es la muerte del alma la que temo!,
porque tú, la siembras sin respiro,
y sin respiro la aurora en la que vivo clama justicia
ante unos jueces que nada ven, nada sienten,
sólo son molinos de viento
en una encrucijada de espinos y alambradas.


Carmen – 21 de Agosto - 2006.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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