Que tu sonrisa fluya como el agua
clara del río, que de la montaña
baja con la frescura, hasta la braña,
y así diluya el fuego de tu fragua.
En ese valle muera la macagua
y su veneno tóxico que baña
tu vida, con hoguera de ira y saña,
y el corazón de pena te lo enagua.
Vístete con el tul de la esperanza
y bajo el manto del inmenso cielo
matizado de azul, serás cual danza
feliz y su bailar como ave en vuelo
de dicha, al que acompaña una romanza
con titilar de estrellas en revuelo.
Carlos
21 de enero de 2008