No quiero ver llorar a débil dama,
quiero ver en sus ojos la ferviente
luz del amor, de la pasión renuente,
para que luzca pródiga su llama.
Y que su corazón, en fluida fuente,
de donde mane férrea proclama,
con el calor fogoso que reclama,
sin atender al juicio de la mente.
No quiero verla llena de amargura,
sino colmada de la dicha y trato
que, como ser, merece sin censura.
La quiero ver con tono moderato
para bailar feliz la vida en pura
unión de afecto y de veraz estrato
Carlos
8 de enero de 2008.