Te tengo que abrazar en un paraje
oculto, siendo amante y no la esposa,
ha de tener, velado amor, blindaje
férreo y evitar visión curiosa
que manche nuestro íntimo ramaje,
donde seré jardín y tú, la rosa
de pétalos abiertos cual plumaje
de ave exquisita, como voluptuosa.
Aunque germine con amor uncido
por la semilla lúbrica e infiel,
te regaré con savia de marido
impuro; será blanco riego, miel
de gozo, gracias al sumo cupido.
Que en su final tendrá sabor de la hiel.
Carlos
22
de agosto de 2007.