Con el rasguear suave de guitarra
se rompe de la noche su quietud
y surgen soplos con excelsitud,
cautivos en su caja, que en bizarra
dulzura cortan, como cimitarra,
en tajos finos, rápidos, alud
de acordes y quejidos de virtud,
que el corazón sensible se desgarra.
Un mástil y seis cuerdas melodiosas
que vibran, como gritos desgarrados,
por los dedos de manos prodigiosas.
El solo de guitarra da preciosas
delicias y alegrías, por imbuidos
sones de chispas fluidas y armoniosas.
26 de junio de 2007.