Entró en un mar de bruma tenebrosa 
sin alterar el rumbo del sextante 
y sin tener la mano temblorosa 
se vio metido como tripulante, 
en buque raro, viento en procelosa 
y turbadora fase amenazante, 
viajando dentro de una nebulosa, 
con recorrido fuera del cuadrante. 
Sin ver el horizonte depurado 
y siempre navegando sin timón 
iba del zarpe con destino errado. 
Por suerte no vivía en seducción, 
ni estaba en ningún círculo cerrado, 
es que había perdido la razón. 
        
         Carlos
          4 de septiembre  de 2008