Córtame una flor blanca en la alborada,
con gotas de rocío, perlas plenas,
lágrimas de mañanas tan serenas,
que cubrirán el alma enamorada.
La guardaré en mi seno, mejorada,
como la sangre roja de mis venas,
en ellas verteré la esencia en llenas
dosis de amor y crezca valorada.
De ahí saldrá vergel inexpugnable
a la venganza hostil, que en este mundo
a todos nos alcanza, como sable
frío que se penetra en lo profundo,
con ira extraña, cruel y abominable.
Así te lo proclamo y lo difundo.
Carlos
12 de mayo de 2008