Y ENTRETANTO...

 

 


Y entretanto tu corazón palpita,
está tu mirada llena de pena
por liberarse de aquélla condena,
bregando con fe y rabia infinita.

No llores y te atribules, ¡bendita!
que el tiempo, pasando, todo lo sana,
pronto se eclipsa tal suerte malsana
y nuestra vida triste resucita.

Aquélla cuita nos cogió, ¡maldita!
nos llegó sin culpa, ni tuya ni mía,
vino como un mal sueño que nos ahíta.

Aunque sus secuelas todavía duren,
sigamos peleando con garra, ya
llegará el día sin que aquéllas perduren.

Carlos.

 

 

 

 

 

 

 

 

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