PABILOS

 

 

 

 

 

 

El pueblo vive feliz y tranquilo
en su diario existir. Mientras tanto
el Leviatán lo protege de espanto
y a rosas rojas esconde en sigilo.

Solo se observa la luz de un pabilo
cerca, muy cerca, de aquel camposanto
donde se esconde el dolor junto al llanto
que allí encontró su descanso y asilo.

Y alegremente la vida reanuda
su palpitar bajo un sol refulgente,
aunque la pena destroce a la viuda.

Son mil pabilos que gritan la ardiente
triste verdad que se oculta desnuda
y que recuerdan la luz del ausente.

© Antonio Pardal Rivas

06-02-07


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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