MUERTE

 

 

 

 

 

 

¡Ente horrendo engarzado a la vida,
ya que de ella naciste.!

¡Tus ojos rojizos de sangre
infunden pavor en todos los seres.!
¡Tu barba diabólica aterra al viviente,
y nadie en la tierra te quiere.!

Trillones de veces, con tu humilde barca,
cruzas insensible la trágica linde
que entraña el arcano más grande.
Y nunca el trabajo te rinde.

Laboras oculta de día y de noche,
en la tierra, en el mar o en el cielo,
oculta en la curva de una carretera,
en la nave que busca las más altas torres,
o el bogar de una humilde patera.

Pero aquello que más te enardece
es el odio y la guerra entre hombres.
Y a pesar de lo vieja que eres,
disfrutas, alegre, como un chavalillo,
cuando alguien, tranquilo, se fuma un pitillo.

¡Me da horror pensar en tu nombre,
aunque seas la última amiga del hombre!

Unos dicen que te llamas Parca.
O Tanathos, con tu nombre heleno.
También eres Caronte, pilotando su barca.
Mas tu cierto y arcánico nombre,
al que todos, con pavor, tememos,
es vulgar y sencillo, fatídica Muerte.

© Antonio Pardal Rivas

Diciembre, 2005

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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