VOLUNTAD

 

 

 

 



Me miraba la muerte fijamente
con sus cuencas sin ojos, me acuciaba,
retándola miré, mas no olvidaba
la niña que dormía dulcemente.

Busqué mi corazón que lentamente
giraba cual reloj que se cansaba,
¡eran tantas las penas! que añoraba
un descanso final mi loca mente.

Contemplando mi niña que dormía
ajena a aquella escena, ¡tan hermosa!
pensé en su gran dolor, no, no podría

dejar esa misión, ¡era mi rosa!
y fue mi voluntad la que aquel día
se burló de la muerte poderosa...



Sofía Martinez-Avellaneda
5 de octubre de 2007.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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