LA SALMODIA

 

 

 

 

 

El canto era monótono, muy lento,
lamento prolongado en la tristeza
del ser que abandonó su fortaleza
hasta quedar rendido sin aliento.

Multiplicó por mil, luego por ciento
mas no supo encontrar en la riqueza
la flor que da su aroma a la nobleza
ni al amigo llevado por el viento.

La salmodia llegaba a sus oidos
incitándole a un sueño sin frontera,
apaciguando todos sus sentidos.

Y descubrió su esencia verdadera,
el lugar de los seres elegidos
en busca de una eterna primavera...




Sofía Martinez-Avellaneda
24 de julio de 2007

 

 

 

 

 

 

 

 

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