SONETO ATÍPICO

 

 

 

 



MVete ya de mi mente sombra inquieta
que perturbas mis noches y mis días
con extraña inquietud cuando anochece,
con renovado ardor de amanecida.

Y siempre un esperar desconociendo
a quien o a que la espera que sé vana,
mas esclava sin fin de una quimera,
con la ilusión ni muerta ni olvidada.

El tiempo no perdona, sigue andando
sin detener su curso, nada importa
ni deseo ni furia ni tristeza.

Pero el alma camina en libertad
ajena por completo a toda norma
y vuela cual las aves sobre el mar...






Sofía Martinez-Avellaneda
20 de enero de 2008.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VOLVER