EN EL ANIVERSARIO DEL ASESINATO
DE MIGUEL ANGEL BLANCO





Diez años ya se han pasado
de que murió Miguel Ángel.
Al que le toca, le toca.
No debiera ser a nadie.

Aún recuerdo aquellas horas,
me acuerdo de aquella tarde,
en que en los campos de Ermua
hicieron correr su sangre.

De rodillas, por la espalda,
le mataron los cobardes.
¿Piedad? Extraña palabra.
No se encuentra en su lenguaje.

Ha transcurrido ya el tiempo,
no cesan los disparates.
Me temo que todavía
pasarán cosas más graves.

¡Y no hay derecho! Lo digo
sin temor y sin ambages.
¡Basta ya de manos blancas,
basta ya de tribunales!

Que quien la hace, la paga.
Y esa deuda, hoy incobrable,
con las Leyes en la mano
bien debería cobrarse.

Mas hay pactos silenciosos,
ninguna duda me cabe,
que impiden que esa gentuza
muera de vieja en la cárcel.

¡Políticos mentirosos
que presumen de talante..!
¡Qué talante y qué narices!
Hay que echar lo que hay que echarle.




Francisco Escobar Bravo
10 de julio de 2008

VOLVER