MAÑANAS DE DOMINGO SIN TRABAJO


Mañanas de domingo sin trabajo,
¡qué perdida de tiempo y qué aburridas!
Me gusta intercambiar charlas con alguien,
que corra alrededor de mí la vida.

Después de levantarme, y sin quehaceres,
mi mente y mis ideas se disipan;
las horas pasarán y si entra el sueño,
la siesta es casi norma preceptiva.

Prefiero dedicarlas al trabajo,
por libre y sin que nadie me lo exija;
leyéndome el periódico tranquilo,
en tanto que despacho algunas tiras.

¿Amor por el oficio? No, ninguno.
O bueno, sí, quizás, mientras tranquila
transcurra la jornada y sin aprietos.
No cansa lo que a gusto se practica.



Francisco Escobar Bravo
6 de julio de 2008

VOLVER