EN EL ASESINATO DE MARILUZ CORTÉS

 


Quebrada en lo mejor de la existencia
el tallo de su vida, por antojo,
España se encabrita con enojo
y exige la más cruda penitencia.

¡Canalla que violó sin resistencia,
la cruel Ley del Talión - ojo por ojo -,
quemarte deberían cual rastrojo
en aras del temor y la prudencia!

Merece un ejemplar y gran castigo
aquél que no ha piedad de un inocente.
Al Juez que lo soltó yo le maldigo.

¡Qué a gusto se quedó siendo indulgente..!
Un rato que le obligue a estar conmigo
y de venir al mundo se arrepiente.

¡Qué fácil ser valiente
con unas desvalidas criaturas!
¡Me dejen que le arregle las costuras!



Francisco Escobar Bravo
30 de marzo de 2008

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