DIME SI PIENSAS VENIR



Dime si piensas venir,
porque te estoy esperando;
que tengo yo para ti
de amores un lecho blando.

En él, si quieres dormir
dormirás no sé hasta cuándo;
pues todo toca a su fin,
todo empieza y va acabando.

Comienza el hombre a existir
y al nacer nace llorando.
Intuye que vino aquí
para sufrir de otro el mando.

Pues muy duro es el vivir
todo el tiempo trabajando.
Siempre al albur, siempre así,
los años se van pasando.

Igual le ocurre al amor:
Llega sin pedir permiso.
Luego, la eterna canción:
Se marcha sin previo aviso.

Le damos mucho valor,
para luego caso omiso
hacer a quien nos amó
y olvidarle si es preciso.

Nace con tremendo ardor
de repente, de improviso;
y un día va y se acabó,
porque un capricho lo quiso.

Así que vuelvo a decir
que aquí te estoy aguardando.
Junto a mí serás feliz.
¡Mira que ya estás tardando!

Lo que dure, durará.
Un día o una semana.
Toda una vida quizás.
Eso lo vemos mañana.

Que eterno nunca será,
como nada hay en la vida;
se quiere en su comenzar,
pero muy pronto se olvida.

Es el destino del hombre
y lo sabes de memoria.
No creo que ya te asombres,
pues siempre es la misma historia:

Te enamoras un buen día
y se piensa ya tu mente
que ese amor en que confías
existirá eternamente.

Que todo será alegría
y que siempre, complaciente,
has de amar. Pero se enfrían
tus ardores de repente.

¡Misterio de la existencia,
difícil de resolver!
Son así las conveniencias
entre varón y mujer.




Francisco Escobar Bravo
5 de marzo de 2008

VOLVER