CONEJO HABRÁ QUE COMER

 

Conejo habrá que comer,
pues lo dijo el socialista;
como comen zanahorias,
son buenos para la vista.

Pensándolo de esta forma
no es malo, no, tal consejo;
pues son comidas ligeras
liebre, ratón o conejo.

No venga a decirme nadie
que son lentos animales,
pero dudo esté el ministro
de verdad en sus cabales.

Pues no indica el sabiondo
qué animal nos aconseja,
si aquél que crece en el campo
o el que crece tras de reja.

Y es que conejos hay muchos
y de diversa calaña:
Un alto tanto por ciento
de la población de España.

Los hay de monte y caseros,
sin dudar los más sabrosos;
sobre todo si del baño
no son fieles fervorosos.

Pero el ministro se come
rico y caro solomillo.
Se nota que le da el cargo
para llenar el bolsillo.

Mientras tanto se discute
si se suben las pensiones
de los pobres jubilados…
¡La cosa tiene “razones”!

Y es que el dinero se gasta
en lo menos necesario,
no en aumentar del currante
el miserable salario.

Pues yo le digo al Gobierno
que ya estamos hasta el gorro
de que aquél que ocupa un cargo
llegue y diga: - ¡Aquí me forro!

Y esto se va a terminar
en cuanto nos dé la gana,
pues les va a votar su padre
o sus hijos o su hermana.

Porque a mí nadie me dice
qué es lo que habré de comer.
Me comeré lo que ponga
en la mesa mi mujer.

Mas una cosa es segura:
Dependerá de la pasta
que consiga yo entregarle.
De fijo, más no se gasta.

Se aproximan tiempos malos
y vendrán mucho peores
en tanto que los políticos
llenan sus arcas, señores.

Comer conejo nos mandan
y el caso es que a mí me gusta;
lo que no aguanto es lo ordenen
con látigo ni con fusta.

Pues lo que pueda yo como,
con mi trabajo y mi esfuerzo.
¡No lo que quieran mandarme
un inútil y un mastuerzo!


Francisco Escobar Bravo
16 de diciembre de 2007

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