UN SUEÑO DE DA VINCI HECHO MILAGRO

 

Tan cálida es tu voz que me acaricia,
ardiente en la distancia, en el oído;
tornándose el océano en un estrecho,
apenas si tan ancho como un río.

Tal cosa no soñó nunca mi abuelo.
¡Milagros de la técnica de hoy día!
Siquiera sé tu entorno y te conozco
igual que de charlar toda una vida.

Parece un imposible, pero es cierto.
Un sueño de Da Vinci hecho milagro.
Mas algo hoy es difícil todavía:
Sentirte estremecerte entre mis brazos.

Seguro ha de llegar algún instante
que ocurra ese suceso prodigioso:
El día que tú vengas a mi lado
a darme tus encantos amorosos.

¡No sueñes, corazón, late tranquilo!
¡Sosiega tu inquietud, no tengas prisa!
Que un dulce amanecer veré su rostro,
cubierto de alegría y de sonrisas.

¿Que cuándo llegará el feliz momento?
No importa lo que tarde, si es que llega.
Así la tomaré con más deseo
el día aquél, feliz, que por fin venga.


Francisco Escobar Bravo
22 de diciembre de 2007

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