LA DAMA MISTERIOSA


A mi quiosco acudes. Vas en busca,
quizás, de la Fortuna y el dinero;
mas, déjame soñar, desconocida,
que acudes a la vez por un ensueño.

Un hálito de amor que has entrevisto
mirándome a la faz, miles de sueños;
un soplo misterioso que te impulsa,
en busca del azar, a ir a mi encuentro.

Ya sabes sobre mí lo suficiente.
Conoces las verdad, pues nunca miento.
Bien claro te lo dije, ayer de noche,
temblando tú de frío y yo leyendo.

Tu nombre me dijiste y yo la fecha
del Santo, conociéndola de cierto;
hablamos un instante mas no quise,
helando, retenerte por más tiempo.

Habrán de transcurrir varias semanas,
¡eterna eternidad!, antes de vernos…
¿Quién sabe lo que puede en esos días
pasar ni suceder? Ya lo veremos.


Francisco Escobar Bravo
24 de noviembre de 2007

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