EL FUEGO DE LO INFINITO

 



Aún no es tiempo para dejar de amarnos
aunque se desprendan las últimas gotas de rocío
que unían tu mirada y mis ojos;
aunque las perlas que por el verde de las hojas corren
no encuentren más el hueco de mis manos
para salvarlas del abismo
donde acaso se convertirían en vapor mundano
o en los bordes manchados de sangre de una copa de cristal.

Cuando desde las campanas de la iglesia
nos lloren los años de canicas
y aquellos del pitillo escondido en el bolsillo…
cuando de las fuentes que refrescaban nuestros ardores
solo caigan trozos de añoranzas…;
derrotado y lleno de arañazos
me detendré para rezar en las plazas ya sin cruces
donde pueda abrir las manos y soñarte.

Sé que será difícil vivir entre sombras
cegado aún por tu inmensa luz
y cuando el lucero de la noche
pasee su rayo por tu frente
obligando a empalidecer a la azucenas,
inclinaré mi cabeza para besar nuevamente
tu boca cansada de soportar la monotonía de mis besos
y te diré que aún es tiempo de seguir amándonos.




Joaquín Pérez de la Blanca y Vida.
14-agosto-2007 .

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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