EL CONGRESO

 



Oímos la lejana algarabía…
Osado! le decía el pueblo llano;
electo no ha tiempo, poco humano
y ocupa ya su grada, ¡es señoría!.

Tembló el alma de aquel que el otro día
dominaba ese escaño y con su mano
decidía tan libre y soberano
en las bolsas y vidas que podía.

Atrás se oyó una voz algo ampulosa,
rayana en el estigma del exceso,
ocurrente, burlona, portentosa,

enlatada…educada… algo pomposa …
Retumbaron los muros del Congreso
cual fragor de batalla tormentosa.

Joaquín Pérez de la Blanca y Vida.
13-diciembre-2007.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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