Nunca atendí al reloj
pero sí a mi ventana
que de su alfeizar el filo
vigila el tiempo que pasa;
las manecillas del día
con sus sombras lo delatan.
¡Cómo se ve de orgulloso
el sol que allá se levanta!.
Cuando es noche yo lo leo
firmamento en luna clara,
busco dentro y lo siento
si es oscura y cerrada.
Gusta sentarme en el porche
cuando hay poniente o levante
y en la bahía la encuentro
aunque el mal tiempo amenace.
Siempre tan llena de luz
y amor por los cabestrantes.
No es la vida sino el mundo
quien pasa tras los cristales
y yo me apoyo en el quicio
cuando está entre mortales
alegrándome su baile
por rumbas y por verdiales.
Desde esos filos tan blancos
que circundan mi ventana
todos los días la miro
de la noche a la mañana.
Unos la veo de azul
otros color de manzana,
por las tardes rojo sangre
y a la noche…con más gana
porque parece una reina
con su corona de plata
ese primor de barquita
en medio de la mar llana.
Joaquín Pérez de la Blanca y Vida.
7-diciembre-2007.